«Te recordarán por quién eres, no por lo que sabes»
La infancia es una etapa de aprendizaje y desarrollo, en la cual forjamos nuestra identidad, probando los comportamientos que aprendemos de los adultos que nos rodean.
En nuestras prácticas docentes, en la medida que generemos vínculos saludables, provocaremos un escenario de oportunidades.
Un vínculo (del latín vincŭlum) es una unión, relación de una persona con otra.
Los vínculos afectivos pueden ser saludables (aportan claridad y bienestar) y lo que más me gusta de ellos es que son nutritivos, enriquecen intelectual y emocionalmente; mientras que los tóxicos afectan psicológicamente, generan sentimientos negativos y confusión.
Al hablar del vínculo como generador de oportunidades, me refiero que al ocasionar un lazo afectivo saludable, abro un escenario seguro para cada alumno, un lugar donde no importa lo que no saben o lo que dicen los demás. Al hacerlo, fortalecemos su identidad; y en ese instante, al ver que alguien cree en ellos, cambiamos un paradigma , donde su fuerza vale como así también lo que piensan y sienten.
Como docentes, si generamos vínculos afectivos saludables con cada alumno que pasa solo una vez por nuestra aula, tendremos niños más seguros, dispuestos a enfrentar nuevos desafíos, porque los reconforta saber que al lado de ellos hay alguien expectante para celebrar cada logro de pie. Instancia que recordarán cuando un nuevo reto se presente.
Prof. Bárbara Wasinger
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