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Carta abierta a los adultos argentinos y a quienes se sientan identificados. Por la legalización del aborto. 

Mi nombre es Carolina, tengo 41 años y una hija de 21. Es decir que entre los 19 y 20 años fui mamá.  Los 19, porque a esa edad quedé embarazada de Valentina, mi hija mayor. Tuve la posibilidad de decidir; si quisiera haber abortado, estoy segura de  que me hubieran  permitido (no legalmente como será a partir de esta ley recién sancionada). Pero sé que si lo planteaba sería comprendida. Porque los padres, cuando se trata del futuro de sus hijos, se olvidan de lo prohibido y lo permitido, lo legal y lo otro. Solo ven una opción posible: lo mejor para sus hijas. No es mi intención debatir si es bueno o malo terminar con un embarazo. Solo quiero expresar mi punto de vista, y no porque me lo contaron sino porque es mi vida y mi realidad. Decidí a pesar de la incertidumbre, traer al mundo a mi hija. Y es una de las decisiones más acertadas y que más felicidad trajo a mi vida. Disfruto de sus logros, su vida me bendice y me ha impulsado a luchar por ser mejor.

No niego que no fue fácil.  Una relación súper inestable con su padre me hacía vislumbrar una maternidad si bien no sola, algo muy cercano a ello. Había dejado de trabajar, porque mi condición era compleja y comencé a estudiar luego con mi hija pequeña. Fueron años difíciles, soledades, carencias afectivas, emocionales, materiales y las que se imaginen. Sacrificio para recibirme y dar un futuro mejor a mi niña y a mí.  Pero si algo me quedó de todo aquello es el hecho de ser responsables de nuestras decisiones. Ser responsable de mi futuro, y de las decisiones que había tomado. Porque un embarazo no deseado es por no haberse cuidado antes. Llegar a esto es innecesario, si con educación sexual y educación en general es posible prevenirlo. Es no deseado en consecuencias, porque el hecho de estar con alguien y quedar embarazada ha sido deseado y aceptado (no incluye mi reflexión casos particulares como violaciones, incesto y otras situaciones específicas, aclaro). Pero el aborto legal trae el mensaje de que lo que estorba se elimina (y es nada más y nada menos que una vida). Creo en el dador de vida, creo en Dios, si bien no voy a ir por ahí; (porque creo que en estos temas polémicos las expresiones son validadas o distorsionadas a favor de ideologías dominantes como se vio en las votaciones de ley de estos días). Pero volviendo a la idea, es absurdo creer que con las falencias que tenemos como seres humanos y lo pequeños ante el universo, creamos que estamos en condiciones de decidir quién vive, cuando y en qué circunstancias. Es un tema muy escabroso, ya que conlleva un montón de aristas a considerar. Algunas que ya mencioné.  Y otras que dan para otro debate, están muy  mezcladas. Como para quienes desean ser padres y no  pueden hacerlo. para quienes desean ser padres y deben esperar años y cumplir miles de requisitos, y aún así no lo consiguen fácil, o a veces no lo consiguen nunca. Este también es  un deseo o mejor dicho una necesidad válida e importante,  afable y desinteresada. Afecta a familias, matrimonios y vida (cuantos chicos son adoptados y bendecidos en familias que los reciben). Pero es otra polémica, no se agarren de esto tampoco para refutar, solo lo menciono porque también es una realidad. Como que hay familias que no pueden engendrar hijos naturales pero si son  padres y madres de estos hijos no deseados (pero nacidos) y les aseguro que es la muestra de amor más grande que vi en mi vida. Aman y ejercen una paternidad admirable. Pero no puedo entrar en todas las demás formas  en que el aborto legal y gratuito y no sé qué más, se mezcla…  Porque entraríamos en debates que no me interesan. Pero me duele mi país. Me duelen las leyes. Me duele el futuro.  No juzgo, porque cada uno sabe sus motivos, razones y realidades. He visto casos de abortos muy cercanos y no soy quien para juzgar decisiones. Mi dolor no es por las decisiones personales o particulares.  Sino por el mensaje adulto de habilitación a la irresponsabilidad; al no hacernos cargo de nosotras y nuestras decisiones.  Queremos creer en un  futuro mejor; escuchamos discursos políticos, educativos y de toda índole que expresan que apostamos a un porvenir  y a una educación mejor de la que tenemos hoy. Decimos que creemos  que los jóvenes van a hacer mejor las cosas, que van a hacer de este país un lugar mejor. Pero luego se sancionan leyes que llevan a la irresponsabilidad y a la no conciencia. Es nuestro cuerpo, es verdad.  Por eso cuídalo siempre, antes de quedar embarazada. Cuidate antes. Cuando estás embarazada habilitas vida a través de la tuya, es tu cuerpo pero hay otra vida, y otro cuerpo y otro futuro, ya no sos sola. Es nuestro cuerpo y decidimos por él, pero no solo somos cuerpo. ¿Alguien se puso a pensar en las secuelas y consecuencias psicológicas y emocionales/espirituales que se avecinan? Somos individuales pero también somos una Nación, todos. Las decisiones políticas y las acciones de la sociedad nos afectan, nos bendicen o nos hunden. Somos parte de un todo, nos vemos afectados en lo colectivo. Y por otro lado, me hace ruido esta ley por el mensaje que se difunde a través de esta sanción/ aprobación legal. Me duele por mis hijas, por mis alumnos, por los jóvenes en general, en quienes creo. Porque creo que hay un futuro esperanzador en ellos. Porque creo que pueden tomar mejores decisiones, ser más responsables, visionarios, luchadores, emprendedores. Creo en los jóvenes y adolescentes de mi país y de mi entorno cercano, porque tengo trato con ellos y veo el potencial que tienen. Los admiro, tienen sueños, son creativos, espontáneos, soñadores, idealistas, pacificadores, responsables del planeta y la vida. Pero con esta habilitación adulta a la irresponsabilidad, al no hacerse cargo, esta habilitación de liviandad de decir «no debe nacer», dejamos mucho que desear. Como adultos, como responsables de ser sus guías, hay un error que entristece. Ellos necesitan adultos que acompañen, empáticos, luchadores, modelos a imitar. Pero ante esta nueva ley sancionada, como sociedad, como padres, madres, funcionarios, políticos, como seres humanos, se produjo un retroceso innecesario, triste y que traerá vacío y desazón.  Solo eso. Me permití expresar esta reflexión porque me pasó, porque no soy de bandos políticos, ni de bandos de nada, solo apelo al sentido común.  Aunque sé que muchos estarán en desacuerdo, no es mi afán buscar adeptos a favor o discutir con quienes se proclaman en contra de lo que expreso. Mucho menos, es mi intención generar polémica y discusiones, ya no discuto ciertas verdades. Pero sí necesito decir que nos fallamos como adultos, y que  fallamos con el mensaje que estamos habilitando; un mensaje de irresponsabilidad;  de no me hago cargo, de no me importa nada, porque si la vida no se valora; entonces ya no nos queda nada. Solo eso. Tristeza!

Los argentinos nos debemos debates más largos y menos situados entre tensiones: aborto legal  sí – aborto legal no. Esta ley no resolverá el largo y penoso destino de muchas mujeres víctimas de situaciones diversas por las cuales fueron obligadas a concebir. Nos debemos los debates más profundos y que no se dieron: educación- educación sexual integral- justicia y funcionamiento de los operadores de la justicia en casos como estos, ideales de vida y de educación para nuestros niños y jóvenes desde la infancia. Estoy convencida de que toda forma de interrupción de vida debe ser la medida extrema y cuando para ella ya no existan otros remedios y, sobre todo dejar expresado que no tenemos nada para festejar sino mucho por lamentar. Educar más y mejor para respetar más y mejor. Ninguna ley podrá reemplazar de inmediato la prolongada acción de una VERDADERA EDUCACIÓN Y UNA VERDAERA JUSTICIA. Sigo aferrada a la vida y lo seguiré estando siempre.

Carolina Elisabeth Ledesma.

Argentina.

DNI 27 377 838.

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